Obalue

de Rubén Blades

Suenan cristales en la madruga, su tono es triste y alegre, a la vez.
Con un amor que no acaba jamás, humilde y dulce, aparece Obalué.
Hijo de reina, Nana Buruke lo abandonó cuando, por desobediente,
la piel se le dañó. Iemaia, fiel hermana, aquel niño recogió.
Le tuvo misericordia. Y Eleggua también lo ayudó.
Cuando, en la noche, tú escuches sonar las campanitas que lleva Obalué,
que no te asuste su voz de cristal, sólo recuerda el amor que va en él.

Oigo campanas, ¡viene Obalué!
Es humilde y poderoso. Y milagroso es su poder.
Oigo campanas, ¡viene Obalué!
Diciembre es el mes del santo y mi canto, de respeto es.
Oigo campanas, ¡viene Obalué!
Eleggua le abre el camino a Omolu, hijo de Rey.
Oigo campanas, ¡viene Obalué!
No se asusta el que respeta al santo y el que no pierde la fe.
Oigo campanas, ¡viene Obalué!
Orisha bueno, que cura el arum. Orisha bueno, que dicta el ashe.
Oigo campanas, ¡viene Obalué!
Te puede quitar lo malo, no le tengas miedo a él.
Oigo campanas, ¡viene Obalué!
Date un baño en apasote, límpiate con malvaté.
Oigo campanas, ¡viene Obalué!
Suena las campana, suena las campana, su tono es bonito
y es triste, a la vez.
Oigo campanas, ¡viene Obalué!
Con un amor que no acaba jamás, ¡llega Obalué!

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