Têtes brûlées

de Lynda

Cuando te marchaste
me quedé con tu latido,
te llevaste la guitarra
y hasta mi equilibrio,
cuando te marchaste
me arrancaste los sentidos,
te olvidaste la pijama
y de donde vivo,
yo también me fuí
contigo, contigo...

Cuando te marchaste
fue difícil olvidarte,
te extrañaba el perro,
los amigos y mi madre,
cuando te marchaste
era casi insoportable,
mi terapia consistía en odiarte,
siempre me faltaba el aire, el aire.

Poco a poco te olvidé
entre la rabia y el dolor,
mi corazón cambió de piel,
no tengo nada que temer,
y ya lo ves.
Lo que hay es lo que ves,
no te guardo más rencor,
no soy la misma de ayer,
no tengo nada que temer.
Aún estoy de pie, mírame...
estoy de pie, estoy de pie...

Cuando te marchaste
a veces me ganaba el miedo,
como Magdalena
te lloré en silencio,
cuando te marchaste
me empecé a romper por dentro,
me jodía tanto verme sin aliento,
era un sentimiento lento, tan lento...

Poco a poco...

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